ASOCIACIÓN LATINOAMERICANA DE ENTRENADORES DE FÚTBOL - ALEF - AGOSTO 2020

domingo, 4 de mayo de 2014

GRANDES JUGADORES MUNDIALISTAS

 EL GRAN PORTERO URUGUAYO
Máspoli nació en Montevideo el 12 de octubre de 1917, “el mismo día que Colón descubrió a América”, como solía decir. Si bien de niño era defensor y simpatizante de Peñarol, se formó en las inferiores de Nacional, donde comenzó a atajar en Reserva a los 16. Tras seis años allí y un par en el Liverpool, donde debutó en Primera, Máspoli llegó en 1941 a Peñarol. Allí sería ídolo. 

Recién en 1944 ganó el primero de sus seis Campeonatos Uruguayos con el Manya. En 1945 se estrenó con la selección y volvió a ser campeón con Peñarol, algo que no repetiría hasta 1949, cuando integró aquel once apodado La Máquina. Si bien comenzó dicho torneo en la banca y disputó las últimas jornadas por la lesión de Flavio Pereyra Nattero, sus actuaciones en ese equipo, que compartía con Obdulio Varela, Alcides Ghiggia y Juan Alberto Schiaffino, le permitieron adueñarse del arco celeste de cara a la Copa Mundial de la FIFA Brasil 1950. 

¿Cómo atajaba? A pesar de su gran contextura física, (medía 1,83 metros y pesaba cerca de 90 kilos), su flexibilidad y anticipación lo transformaron en un típico atajador, aunque mostraba ciertas falencias en el juego aéreo. “Igual, cuando salía siempre tiraba el manotazo por encima del cabeceador, para que éste no saltase cómodo. Los árbitros nunca cobraban eso”, admitiría después. Sin embargo, siempre impresionaron su visión de juego y personalidad, dos cualidades que supo transmitir a compañeros y, más tarde, a sus dirigidos también. 

Entre mundiales y vueltas olímpicas
El Mundial de 1950, dicho está, fue el hito de su carrera. Tras vapulear a Bolivia en el debut y abrir la ronda final con empate un ante España, un apretado 3-2 sobre Suecia obligaba a Uruguay a vencer a Brasil en el partido decisivo para ser campeón. “En el Maracaná había 200,000 personas y era un infierno. Ellos venían goleando, nadie creía en nosotros… ¡Salvo nosotros!”, reacordaba Máspoli. 

A los 3’, poco pudo hacer para evitar el tanto Friaca, quien anotó desde corta distancia. ¿Qué sucedió luego? “A medida que pasaba el tiempo y no podían hacernos el segundo, la gente empezó a callarse y ellos, a dudar. El empate de Schiaffino los mató. Yo pensé: ‘No vamos a tener tiempo para ganarlo’. Pero después llegó el gol de Ghiggia y ya no tuvieron reacción”. 

Si bien todo Brasil culpó a su colega Barbosa por el segundo tanto, Máspoli lo defendió. “Era difícil contener los disparos de Ghiggia porque pateaba con efecto. Desde mi óptica, Barbosa se abrió para cortar el centro atrás porque por el medio entraban otros jugadores. Sumado a la forma en que le pegaba Alcides, creo que fue más virtud del delantero que error del golero”. Por algo el brasileño Telé Santana describió Máspoli como un “caballero del deporte”… 

Tras aquella epopeya, obtuvo con Peñarol los títulos de 1951 y 1953, por lo que nadie puso en duda su titularidad para el Mundial de Suiza 1954. Allí Uruguay ganó sus dos partidos de la fase de grupos sin recibir goles, y luego eliminó en cuartos de final a Inglaterra (4-2). Posteriormente sufriría su primera derrota mundialista a manos de Hungría en tiempo suplementario, en el que muchos llamaron el Duelo del Siglo (2-4). La subsiguiente caída ante Austria (1-3) dejó a Máspoli sin podio. 

A su regreso logró su última corona uruguaya vistiendo la camiseta aurinegra. A mediados de 1955, con 38 años y bastante excedido de peso, Máspoli decidió retirarse para dirigir interinamente a Peñarol junto a Obdulio Varela. 

Del al arco al banco
En 1964, casi una década después de aquella efímera experiencia, Máspoli volvió a asumir en Peñarol, siendo campeón ese año y el siguiente. Lo mejor llegó en 1966, al lograr la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental, superando en la final al Real Madrid de Pirri y Francisco Gento. “¡Qué persona extraordinaria! Te hablaba como un padre, te hacia sentir el cariño. Mantenía la alegría en el vestuario”, supo recordarlo el paraguayo Juan Vicente Lezcano, líbero de aquel equipo. 

Este ciclo de Máspoli en Peñarol se cerró en 1967 con una nueva estrella, aunque regresaría al club cinco veces más, cosechando títulos en 1985 y 1986. En este último dio otra muestra de su liderazgo, al enviar a Gustavo Matosas, de entonces 18 años, a patear el penal decisivo ante su clásico rival, Nacional, tras empatar la final y el alargue 0-0. Como entrenador, también fue campeón en Perú (Defensor Lima, 1973) y en Ecuador (Barcelona de Guayaquil, 1987). 

Dos veces fue técnico de la selección uruguaya, la primera entre 1979 y 1982. En 1981 ganó con la Celeste el Mundialito, un torneo que se disputó en Montevideo para conmemorar el 50 aniversario del primer Mundial. Allí superó a rivales de la talla de Argentina, Brasil, la República Federal Alemana, Italia y Países Bajos, aunque posteriormente no logró la clasificación para España 1982. Uno de sus verdugos, vaya paradoja, fue el peruano Julio César Uribe, a quien lo había promovido a Primera en 1977 mientras dirigía a Sporting Cristal. 

Máspoli volvió a ser convocado en 1997 para afrontar los últimos cinco partidos de las eliminatorias para el Mundial de Francia, pero los siete puntos que cosechó fueron insuficientes. Tras preparar el terreno para la llegada de su sucesor, el argentino Daniel Alberto Passarella, se retiró definitivamente de la actividad a mediados de 1998. 

Máspoli fue hospitalizado el 10 de febrero de 2004 por problemas cardíacos, y falleció 12 días después. Tenía en ese momento 86 años, 64 de los cuales se los había dedicado al fútbol. Un fútbol que, con sobrados motivos, lo recordará por siempre como El gran portero de Uruguay

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